Un chaval: Soy Francesco, un chico que busca creer. Busco...
intento, sí, ser fiel. Pero tengo dificultades. A veces
me surgen dudas. Y creo que esto es absolutamente normal
a mi edad. Dado que tú eres el Papa te
quería pedir alguna palabra para sostenerme en este
crecimiento y sostener a todos los chicos como yo.
Papa Francisco: Caminar es un arte, porque si
caminamos siempre deprisa nos cansamos y no podemos
llegar al final del camino, y si nos
detenemos y no caminamos tampoco llegamos al final.
Caminar es precisamente el arte de mirar el horizonte,
pensar adónde quiero ir, pero también soportar el
cansancio del camino. Y muchas veces el camino es
difícil, no es fácil. Hay días de
oscuridad y días de fracaso, incluso alguna
jornada de caída...». Pero no tengáis miedo de los fracasos ni de las caídas. En el arte de caminar lo
que importa no es no caer, sino no «quedarse caídos».
Levantarse pronto, inmediatamente, y seguir andando. Pero también: es malo y aburrido caminar
solos. Caminar en comunidad, con los
amigos, con quienes nos quieren nos
ayuda a llegar a la meta a la que queremos
llegar.
Una niña: Soy Caterina y me preguntaba: ¿por qué usted
ha renunciado a todas las riquezas de un
Papa, como un apartamento lujoso, o a un coche enorme, y
en cambio ha ido a un pequeño apartamento cerca, o coge el autobús de los obispos?
Papa Francisco: Bueno, creo que es no sólo un
tema de riqueza. Para mí es un problema de personalidad. Tengo la necesidad de vivir entre la gente, y
si viviera solo, un poco aislado, no me haría
bien. Esta pregunta me la hizo un profesor: «Pero ¿por
qué usted no va a vivir allí?». Respondí: «Oiga,
profesor: por motivos psiquiátricos». Es mi
personalidad. Pero el apartamento ese [del palacio
pontificio] no es tan lujoso, tranquila... Y además creo que los
tiempos nos hablan de mucha pobreza en el mundo, y esto
es un escándalo.
En un mundo donde hay tantas riquezas, tantos
recursos para dar de comer a todos, no se puede entender
cómo hay tantos niños hambrientos y
sin educación. La pobreza, hoy, es un
grito. Todos nosotros tenemos que pensar si podemos ser
un poco más pobres para parecernos más a
Jesús, que era el Maestro pobre.
Una joven: Hola, me llamo Federica. Quería pedir una
palabra para el futuro los jóvenes de hoy, dado que Italia se encuentra en gran dificultad. Y querría pedir una ayuda
para poder mejorarla, para
poder sacar adelante a estos chicos, a nosotros,
jóvenes.
Papa Francisco: Dices que Italia está en un
momento difícil. Sí, hay una crisis. Pero te diré: no
sólo Italia. Todo el mundo, en este momento, está en un
momento de crisis. Y la crisis no es algo malo. Es verdad que la crisis nos hace sufrir,
pero debemos saber leer la crisis. La crisis que estamos viviendo en este momento es una crisis humana. Porque este problema del
trabajo, este problema en la economía, son consecuencias
del gran problema humano. Lo que está en crisis es el
valor de la persona humana. Leí, una vez, un relato de un rabino medieval, del año
1200. Este rabino explicaba a los judíos de aquel tiempo
la historia de la Torre de Babel. Construir la Torre de
Babel no era fácil: tenían que hacerse los ladrillos; ¿y
cómo se hace el ladrillo? Buscar el barro, la paja,
mezclarlos, llevarlos al horno: era un gran trabajo. Luego llevaban los ladrillos a lo
alto, para la construcción de la Torre de Babel. Si un
ladrillo caía, era una tragedia; castigaban al obrero
que lo había hecho caer, Pero si caía
un hombre, ¡no pasaba nada! Esta es la crisis que hoy
estamos viviendo: es la crisis de la persona. Hoy
no cuenta la persona, cuenta el dinero. Y
Jesús, Dios, dio el mundo, toda la creación, la dio a la
persona, al hombre y a la mujer, a fin de que la sacaran
adelante; no al dinero. Es una crisis, la persona está en crisis porque la persona hoy es esclava! Y nosotros debemos liberarnos de estas estructuras
económicas y sociales que nos esclavizan. Y ésta es vuestra tarea.
Un profesor: Enseño español porque soy
español: soy de San Sebastián. Profesor también
de religión, y puedo decir que los docentes le
queremos mucho. No hablo en nombre de nadie, pero al ver
a
tantos exalumnos, también a nosotros,
adultos,
profesores, me interrogo sobre nuestro
compromiso
político, social, en la sociedad.
Díganos alguna palabra: cómo nuestro compromiso,
nuestro
trabajo hoy, en Italia, en el mundo, puede ser
jesuítico, puede ser evangélico.
Papa Francisco: Muy bien. Involucrarse
en la
política es una obligación para un cristiano.
Nosotros,
cristianos, no podemos «jugar a Pilato»,
lavarnos las
manos. Tenemos que involucrarnos en
la política porque es una de las formas
más altas de la caridad, porque busca el bien común. Y los laicos
cristianos
deben trabajar en política. La política se ha ensuciado
demasiado; pero me pregunto: se ha ensuciado
¿por qué?
¿Por qué los cristianos no se han involucrado en
política con el espíritu evangélico? Con una
pregunta
que te dejo: es fácil decir «la culpa es de
ese». Pero yo, ¿qué hago? ¡Es un deber del cristiano trabajar por el bien común. Y muchas veces el camino para trabajar es la política. Hay
otros
caminos: profesor, por ejemplo, es otro camino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario