Extracto procedente de la conferencia que impartió el
Dr. Francesc Torralba Roselló, profesor de la Universidad Ramon Llull de
Barcelona, en el Congreso Nacional de Profesores de Religión, celebrado
en Madrid en noviembre de 1999, y recogida en el libro “La enseñanza de
la religión, una propuesta de vida”.
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Más allá de
las posturas apologéticas y antiapologéticas, que son remilgos de otra
época, vamos a partir desde argumentos racionales:
- El argumento antropológico: “Ningún
ser humano normal que esté vivo puede ser reducido exclusivamente a su
actividad consciente y racional, ya que el hombre moderno todavía sueña,
se enamora, escucha música, va al teatro, ve películas, lee libros; en
resumen, vive no sólo en un mundo histórico y natural, sino también en
un mundo existencial. y privado y , al mismo tiempo, en un Universo
imaginario” (V. Frankl). El saber religioso no debe reducirse a
ética o a estética. Éstas no deben explicarse necesariamente por el
saber religioso. El saber religioso permite ahondar en la complejidad de
lo humano, permite aclarar el sentido y la razón de ser de determinadas
actividades que constituyen formas de lo humano: el rito, la oración,
el sacrificio, el silencio, la acción.
- El argumento histórico:
Existe una lógica de los acontecimientos, un conjunto de factores que
determinan el curso de los eventos y la cadena de los sucesos
históricos. Entre estos factores, la religión, como la economía, la
geografía o el clima, tienen un peso determinante. Resulta imposible
comprender la historia moderna de Europa sin considerar seriamente las
luchas de religiones durante los siglos XV y XVII. Y la de África o de
Asia,… La Religión, pues, tiene un interés histórico y su conocimiento
es fundamental desde una perspectiva meramente inmanente. Este influjo
de la religión en la historia de las civilizaciones (Egipto, Grecia,
Roma, Medievo…) se detecta, de un modo evidente, en las instituciones
que el género humano ha forjado a lo largo de su itinerario. Además, las
religiones subsisten en y a través de instituciones que, desde su
precariedad histórica, tratan de articular el mensaje salvífico en cada
contexto y en cada tiempo. El conocimiento del saber religioso es
fundamental para ahondar en el seno de la propia tradición. Ésta es el
vínculo del pasado con el presente. Tradición, simbolismo y educación
forman un círculo interpretativo fundamental que la antropología no
puede dejar de tener en cuenta.
- El argumento cultural:
Lo que resulta evidente es que sólo es posible ahondar en el concepto
de cultura a partir de su universo simbólico; y el universo simbólico de
toda cultura, en un grado y otro, tiene referentes religiosos. Más que
ningún otro saber, el saber religioso puede abrir camino a la
antropología filosófica, ya que lo sagrado constituye una dimensión
universal y los comienzos de la cultura están enraizados en experiencias
y creencias religiosas.
- El argumento intercultural:
Mirar, conocer y aprender a nombrar la diferencia es un reto del hombre
moderno y una exigencia de las minorías acalladas a lo largo de la
historia. Para aprender a vivir en la diversidad, no basta con educar en
la tolerancia. Educar en la pluralidad significa algo más que una
simple concesión paternalista, implica algo más que ceder entre iguales
un pequeño espacio a la diferencia: se trata de cambiar nuestra relación
con el mundo, con la historia , con el discurso científico. Uno de los
grandes retos de futuro de las sociedades contemporáneas es la
articulación pacífica de las distintas identidades. Sólo es posible la
convivencia desde el conocimiento y el reconocimiento de lo ajeno, pero
sólo es posible comprender lo ajeno desde su fondo simbólico. En este
marco, el diálogo interreligioso es clave para el diálogo intercultural,
pues, en el substrato de toda cultura, moderna o arcaica, subsiste un
conjunto de arquetipos y referencias de índole religiosa o pseudo
religiosa. Y sólo es posible el diálogo interreligioso a partir del
conocimiento de los distintos saberes religiosos. Además del papel que
puede desempeñar el saber religioso en la vida cultural contemporánea,
también permite un conocimiento más profundo del ser humano. Es con la
base de este conocimiento como puede desarrollarse un nuevo humanismo
ecuménico a escala mundial. Es fundamental conocer a fondo los
fundamentos de la tradición occidental, pero también explorar
colectivamente los puntos de encuentro entre las distintas religiones.
- El argumento sociológico:
Existe una íntima relación entre los hábitos sociales, la psicología de
masas y la presencia de la religión. Primero, A. Comte y , después M.
Weber han puesto de manifiesto la íntima relación que existe entre el
universo de lo sagrado y el cuerpo social. De hecho, sólo es posible
comprender los hábitos, los ritos y las formas colectivas de vida desde
la referencia explícita o implícita a un universo de valores y de
referentes que tienen mucho que ver con la religión y con lo invisible
del ser humano. La sociedad occidental ya no puede definirse como un
todo monolítico, sino que está constituida por un conjunto plural de
comunidades morales extrañas entre sí. Lo religioso sigue presente, pero
de un modo invisible. Sólo es posible recuperar plenamente el sentido
de las fiestas del calendario a partir del conocimento del saber
religioso y de sus distintas articulaciones históricas.
- El argumento lingüistico:
El ser humano es polifacético y políglota. Es decir, capaz de múltiples
actividades y de distintos lenguajes. El saber religioso se expresa en
un lenguaje concreto. El lenguaje no es algo adventicio en el ser
humano, sino que está arraigado en su matriz ontológica. El poliglotismo
es una posibilidad existencial del ser humano, aunque, como tal,
requiere una educación, un cultivo determinado. El ser humano puede
hablar distintos lenguajes, pero esta potencialidad sólo adquiere
actualidad cuando, mediante la educación, se perfecciona al ser humano
para desarrollar esta habilidad tan propia de la persona. Una de las
tareas centrales de la acción educativa es desarrollar todas las
posibilidades lingüisticas del ser humano. En este sentido, es
fundamental desarrollar el saber religioso y acompañar al educando a
comprender el sentido y la riqueza del lenguaje simbólico, mitológico y
litúrgico, especialmente, en nuestro contexto cultural, donde el índice
de analfabetismo simbólico crece.
- El argumento pedagógico:
Es fundamental la distinción entre instrucción y educación. La
educación se refiere a la formación integral del educando, lo que
requiere no sólo transmisión de saberes, sino también de actitudes, de
valores, de experiencias. La educación se relaciona con la experiencia
ética, estética y religiosa, mientras que la instrucción es un proceso
puramente técnico, donde el relieve se focaliza en el mensaje, pero no
en el educando. La educación es un encuentro interpersonal y un proceso
bidireccional. Si la educación tiene como finalidad el desarrollo
integral del ser humano, esto es, el despliegue de todas sus facultades
potenciales, entonces, la dimensión religiosa del ser humano, más allá
de sus concreciones históricas, debe ser contemplada por el proceso
educativo y no puede reducirse a una cuestión marginal o periférica. Si
el ser humano es, constitutivamente, animal religiosus, entonces, es
fundamental cultivar dicha dimensión, y ello exige el conocimiento del
saber religioso, los instrumentos y los elementos que caracterizan a la
experiencia religiosa y a sus distintas traducciones culturales,
históricas y lingüisticas.
- El argumento metafísico:
Durante la Edad Moderna, dos filósofos han insistido en el carácter
eminentemente metafísico del ser humano: Kant y Schopenhauer. El ser
humano trasciende con su preguntar el orden de lo material, de lo
físico, de lo visible y se interroga por el sentido de la existencia,
por el sentido de la muerte y del sufrimiento. Si educar es formar seres
humanos de un modo integral, entonces, la configuración de una imago
mundi es una tarea ineludible de la acción educativa, y dicha
configuración exige el dominio del saber religioso y del saber
metafísico. Ayudar a pensar al educando sobre las cuestiones
existenciales, no es tarea fácil, pero es ineludible.
Conclusiones:
Parece claro que el saber religioso, en sentido genérico, debe estar
presente en el proceso formativo de toda persona, indistintamente de su
confesionalidad presente o futura. El conocimiento del universo
religioso y de sus múltiples dimensiones constituye una tarea
fundamental en el proceso educativo de todo ser humano.